David Hilbert es una de esas
figuras que marca una nueva época en las Matemáticas. Realizó importantes
contribuciones en muy distintas áreas (Álgebra,
Geometría, Teoría de Números, Análisis
Funcional, Física, etc.) pero,
sobre todo, desarrolló nuevos métodos y técnicas que provocaron cambios
radicales en la manera de entender y desarrollar la matemática.
Hilbert sabía contagiar a sus
mejores alumnos su entusiasmo y su pasión por las matemáticas. Por ejemplo,
entre los años 1900 y 1914, en los que se dedicó intensamente al estudio de las
ecuaciones integrales y a crear el
comienzo de lo que sería la Teoría Espectral en Espacios de Hilbert, dirigió
unas 40 Tesis Doctorales sobre estos temas.
Otra característica es la amplitud de sus campos de interés. Como
tuvo ocasión de poner de manifiesto durante la celebración del Segundo Congreso
Internacional de Matemáticos en París, su
famosa lista de Problemas (sobre la que volveremos) contemplaba temas tan
diversos que indicaba unos conocimientos impresionantes del estado de las
matemáticas en aquel momento. De hecho, se suele decir que Hilbert y Poincaré
son los últimos universalistas en Matemáticas, esto es, que tenían un
conocimiento casi total de todo el edificio de las Matemáticas de su época.
Pero además, a lo largo de toda
su vida mostró siempre una firme e inquebrantable fe en la confiabilidad de la
inferencia matemática. Para Hilbert la investigación en Matemáticas está
fundamentada en la resolución de sucesivos problemas que surgen al realizarla.
“Un buen problema es un verdadero hilo conductor a través de los
dédalos del laberinto hacia las verdades ocultas”.
Y el objetivo de toda
investigación es dar respuesta a los problemas planteados, y para Hilbert, todo
problema determinado en matemáticas admite una respuesta, bien mediante una
prueba rigurosa de su solución o bien con la demostración de la imposibilidad
de la misma, porque “en matemáticas no existe el ignorabimus”. En esta
convicción o “axioma” reside el núcleo de la epistemología de Hilbert y
condiciona su actividad investigadora cotidiana: Su obra se podría presentar
como una serie de problemas resueltos en distintas áreas. Por supuesto, el
camino para su solución no es lineal, pero hay una unidad subyacente en los
métodos de resolución, a saber: la construcción de un marco teórico adecuado,
usualmente a través del método axiomático, en el que se puedan desarrollar las
herramientas para resolver el problema planteado. Como consecuencia, Hilbert no
solamente resuelve problemas, sino que abre nuevos campos de investigación
hasta entonces insospechados.
Hilbert es uno de los primeros en
utilizar sistemáticamente en su obra la noción de estructura, es decir,
tratando y agrupando los objetos matemáticos no tanto por su naturaleza, sino
por las relaciones existentes entre ellos. Es así como surgieron a lo largo del
siglo XIX las primeras estructuras
algebraicas: grupos, anillos, cuerpos, ideales, etc. cuyo uso sistematizó en muchos de sus trabajos. El
hecho de obviar la naturaleza de los objetos estudiados permite liberar los
razonamientos de consideraciones contingentes ligadas a la naturaleza de estos
objetos, y consigue que se ponga de manifiesto las ideas fundamentales en la
demostración: “La ventaja de este tipo de demostraciones [abstractas] es que se
eliminan las construcciones particulares aisladas para agruparlas bajo una idea
fundamental, de modo que se pone claramente en evidencia lo que es esencial en
la demostración.”
Junto a una inquebrantable fe en
su fiabilidad, Hilbert defendía también la unidad de las matemáticas, frente a
otras ciencias:
“La ciencia de las matemáticas, tal como yo lo
veo, es un todo indivisible, un organismo cuya habilidad para sobrevivir reside
en la conexión entre sus partes.”
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